Existe una fábula infantil por todos conocida. Narra sobre la recurrente, pero ficticia,
advertencia de que se aproxima la llegada del lobo. Fueron tantas las veces que se escuchó el
falso anuncio de que por ahí viene el lobo, que cuando finalmente llegó nadie estaba
preparado. Algo así estamos experimentando con el desarrollo de la inteligencia artificial y su
impacto en el escenario laboral. En escasamente unos meses, la inteligencia artificial se
transformó de una temática propia de la ciencia ficción a un colaborador o disruptor de todos
los quehaceres de la raza humana.
En el escenario laboral, la inteligencia artificial comienza a impactar absolutamente todas las
áreas. Desde el proceso de reclutamiento, inducción, funciones hasta la terminación de los
empleados.
Por ejemplo, en la fase inicial de evaluación de candidatos, ya todos conocemos cómo la
inteligencia artificial sorteaba y discernía resumés como filtro para descartar a quienes ni
siquiera pasarían a la fase de entrevista. Hoy, los sistemas de inteligencia artificial se insertan
aún más allá. Las computadoras están realizando las entrevistas iniciales y basado en
programas, análisis de voz, evaluación del léxico utilizado por el candidato en las contestaciones
e incluso el lenguaje corporal, la inteligencia artificial dictamina quién tendrá el privilegio de
pasar a un primer contacto en entrevista con un ser humano como parte de la trayectoria del
reclutamiento. Ya la agencia federal conocida por sus siglas en inglés EEOC advirtió en febrero
del 2022 que entre sus prioridades para el cuatrienio del 2023 al 2027 figura fiscalizar el uso
adecuado de la inteligencia artificial para efectos de reclutamiento. De igual forma, ya han
dado comienzo en los Estados Unidos las demandas laborales como acciones de clase
imputando sesgos discriminatorios en los algoritmos utilizados en el ámbito del empleo. Derek
Mobley v. Workday Inc., en California, es uno de los primeros casos.
En términos de funciones, ya hoy programas de inteligencia artificial comienzan a desplazar a
artistas gráficos, locutores y traductores entre otra infinidad de clasificaciones una vez
ocupadas con carácter de exclusividad por seres humanos. Se contempla - según la edición del
mes de abril 2023 de Harvard Business Review, la creación y la utilización de lo que podríamos
denominar como "empleados digitales". A manera de ejemplo, estas figuras podrían ser
utilizadas para atender llamadas e interactuar con clientes por conducto de una imagen digital
extremadamente parecida a la de un ser humano debidamente programado(a), algoritmos y
voz robótica perfectamente capaces de participar en una conversación para atender los
reclamos del cliente.
Finalmente, en la selección de personal a ser cesanteado durante reducciones de personal, la
tradicional lista de empleados en estricto orden de antigüedad probablemente quede también
desplazada. Según el periódico El País, en su edición del 9 de octubre del 2021, en otras
jurisdicciones sofisticados algoritmos definen quiénes se quedan empleados a diferencia de
quiénes serán cesanteados. Es la inteligencia artificial fundamentada en criterios de capacidad,
educación, puntuación de evaluaciones, ausentismos, antigüedad y destrezas quien definirá el orden del listado de empleados. Configurada la categorización del orden de empleado, se
trazará la frontera entre los que permanecerán con empleados y quienes recibirán un correo
electrónico dando por terminados sus servicios.
Tenemos que aceptar que la inteligencia artificial amenaza con disipar las fronteras entre la
raza humana y los modelos digitales programados a nuestra imagen y semejanza. Hasta dónde
llegaremos, es la interrogante. Quizás una mirada al pasado nos ilustre respuestas.
El 26 de febrero de 1928, el New York Times publicó un artículo advirtiendo del peligro que en
ese entonces representaba la tecnología para efectos de desplazar a
trabajadores. Irónicamente, el reportaje se refería a la entonces novel máquina de ligar
cemento, cuyo producto hasta ese entonces era resultado del trabajo humano a pala y
sudor. La histeria se duplicó en la primera plana del mismo periódico el 15 de febrero del año
1962, profetizando pérdidas de empleo debido a la tecnología, temática que figuraba como
prioridad en la agenda de la administración del recién electo presidente John F. Kennedy. Hoy,
en el 2023, se repite el llamado. Hay quienes piensan que se trata otra vez más del falso
anuncio de la llegada de la fiera. Otros están convencidos de que, en efecto, el lobo finalmente
llegó.
No albergamos duda de que la tecnología emergente seguirá siendo nuestra colaboradora. Se
perfilan adelantos tecnológicos inimaginables entre los que figuran la computadora cuántica, la
creación de órganos artificiales y energía renovable. No hay otro camino. Tenemos que
conocer los riesgos legales y las áreas de oportunidad que ofrece la inteligencia artificial y las
tecnologías energéticas. Hay que continuar innovando, por lo que, independientemente de
los riegos que implique la incursión de la inteligencia artificial, debemos continuar ese viaje
hacia lo desconocido, pero sin perder de perspectiva el sentido de colaboración, de ética, de
sensibilidad artística, profunda espiritualidad y religiosidad que define a la raza humana.
El futuro es y seguirá siendo nuestra generación tras generación.